Si yo fuera un esqueleto

BBB Producciones/Editorama | 2011 | Ilustrações: Marianela Solano Jiménez

(Si yo fuera un esqueleto. In: GRANGEIRO, Glória V. e PARREIRAS, Ninfa (org.). Cuentos infantiles brasileños. San José: BBB Producciones/Editorama, 2011.

Tradução: Jenny Valverde Chaves

Si yo fuera un esqueleto no podría tomar agua ni jugo porque se regaría y se mojaría toda la casa. Aparte de eso, me levantaría tan feliz como un pajarito. Es que me parece muy divertido ser una calavera de verdad.  Por ejemplo: imaginemos que están asaltando un banco. Unos ladronzotes feotes, malvadotes, armadotes hasta los dientes y gritando:
—¡A ver! ¿Dónde está la plata?
Si yo fuera un esqueleto, entraría en el banco y les gritaría: ¡buuu!
Un simple “buuu” sería suficiente para que todos aquellos bandidos cayeran desmayados al suelo, con los pantalones mojados de miedo húmedo. El gerente y los clientes del banco me agradecerían e incluso me abrazarían, aunque fuera un poquito, pero estoy seguro de que lo harían.
Si yo fuera una calavera, a lo mejor me considerarían un gran héroe.
Aparte de eso, un esqueleto deambulando por la calle a plena luz del día provocaría un desorden enorme. La gente correría sin saber hacia dónde, las sirenas sonarían, las personas que nunca han rezado rezarían, el ejército se retiraría, aquella multitud desesperada y yo feliz, silbando en la acera.
Incluso podría aparecer un periodista de la televisión, con el micrófono en la mano, para entrevistarme:
—¿Usted quién es?
Y yo:
—Soy un esqueleto.
Y el periodista:
—¿Se escapó del cementerio?
Entonces fingiría que soy sordo:
—¿Es un misterio?
Y de nuevo el periodista diría, hablando más alto:
—¿Que si usted se escapó del cementerio?
—¿Qué se hundió en el magisterio?
—¡Cementerio!
—¿Es tan serio? ¿Quién?
Entonces el periodista perdería la paciencia:
—¿Usted es sordo?
Y yo:
—¡Claro que sí! ¿No ve que no tengo orejas?
Si yo fuera un esqueleto tal vez me llevarían a la clase de biología de alguna escuela. ¡Ya me imagino yo parado en media clase y el profesor tratando de explicarme hueso por hueso, diente por diente, diciendo que los esqueletos son una especie de estructura que sostiene nuestras carnes, órganos, nervios y músculos!
Me imagino las preguntas y comentarios de los alumnos:
—¿Cómo se llamaba?
—¿Es macho o hembra?
—¿Cuántos años tiene?
—¿Tiene o tenía?
—¡Qué flaquito!, ¿no?
—¿Ese tipo sabía leer o era analfabeto?
—¿Y su familia?
—¿Era rico o pobre?
—¿De qué se ríe el pobrecito?
Y además:
—Profesor, ¿era calvo?
Mientras tanto, yo en medio de la clase, con aquella cara de calavera, sin decir nada para no asustar a los alumnos ni matar al profesor de un infarto.
Pero de algo estoy seguro. Debe ser buenísimo ser esqueleto cuando llega el carnaval. Porque entonces no hace falta ni disfrazarse. Se puede salir de la casa tranquilamente, bailar samba, aprovechar la fiesta y seguir calle abajo bailando, saltando y sacudiendo los huesos. Parece mentira pero en el carnaval, como todo es de mentira, siempre terminamos siendo tal y como somos de verdad.
Si yo fuera un esqueleto, cuando llegara el carnaval, saldría cantando:

Cuando me muera
No quiero llanto ni vela
Quiero una cinta muy bella
Grabada con el nombre de ella

Todos saben que el mayor amigo del hombre es el perro.
Lo que la mayoría lamentablemente desconoce y la ciencia moderna se olvidó de investigar es que el peor enemigo del esqueleto ladra, muerde, mueve la cola, carga pulgas y le gusta hacer pipí en los postes.
¿Y si yo fuera un esqueleto y de casualidad un perro callejero me viera en la acera y se viniera corriendo atrás de mí y se escapara con alguno de mis huesos?